lunes, 21 de marzo de 2016

Aqui..ahora




·La vida cambia, se modifica constantemente sin que nosotros estemos en un sitio, sigue, avanza deprisa, caemos en el pasado habitualmente, nos convertimos en parte del decoro, en una pieza de teatro que escribe ella por nosotros. Decoración de los años que quedaron detrás de cada uno. Memorias.
Esta vida puede ser retorcida, a su manera, rebelde, va en contra de cada uno, trae las cosas que has olvidado con la facilidad de un olor, un rasgo, un sonido, las coloca bajo tu nariz, para que las veas, te atormenta, la vida no tiene reglas, no se le puede ordenar que haga las cosas a nuestra manera, nos desobedece, puedes gritarle que pare, que ceda, pero siempre encontrara la manera de traer de vuelta las cosas que entierras en tu alma, se ríe de ti.
 En fracción de segundos te eleva, alto, te suelta, lanzándote, traicionándote, contra el suelo.
Así es la vida.
 Todo lo que hayas hecho, todo por lo que estas huyendo volverá como un boomerang. Puedes esperarlo cuando vuelves a un lugar, a un sitio familiar. Rezas para que salga según tus planes, consciente que regresas a un pasado, para ti lejano, pero el destino, motor de nuestras vidas, se pone en marcha, nos la juega. Lo cambia todo, paseas por los sitios que conocías, todo ha cambiado, cuando te marchas, las cosas no se paran, por mucho que uno lo desee, los detalles, la vida sigue, no espera a que vuelvas, es el natural curso. Siete años dan para mucho, yo mismo he cambiado, igual que el sitio donde comprábamos las cervezas tras jugar un partido, alargando las tardes hasta que se juntaban con las noches, ni el campo esta, ni la minúscula tienda, no sabría si yo estoy si no lo viera, si no estuviera aquí.
 Me siento extraño en mis propios recuerdos, que dibujo frente a mí, uso mis ojos como pincel, pinto con ellos esos lugares que he guardado en mi, ese mundo que ha pasado, todo está muy cambiado, todos mis fantasmas vuelven de repente. Su risa, en dirección contraria, a mi espalda, ha pasado ya, no quiero reaccionar, es una cosa a medio creer.
El sonido es como la canción favorita de uno, la recuerdas sin escucharla. A mi cabeza vuelven acontecimientos, todo lo que no quiero recordar, te llega como una cascada fría. Era esa niña de un grupo de cuatro chicos, la que buscaba protección, formar parte de algo.
 La acogimos como una más, se transformo en la pieza fundamental, aquella pieza que en las disputas nos unía, pero un día, la misma que mantenía la paz, termino separándonos. Crecimos, ella bajo nuestra protección, comenzamos a hacernos los fuertes, los valientes, espantando a sus pretendientes, cada uno a su manera quería impresionarla. La veíamos a escondidas cada uno, por su cuenta, albergábamos por ella sentimientos, los otros, todos eran enemigos, competencia, la conocíamos, guardaba nuestros secretos, llegamos a amenazarnos unos a los otros, las disputas se volvieron violentas, la invitábamos a salir sin que ninguno de los otros se enterara, éramos rivales, nuestra quinta componente se ha convertido en el cisne blanco, el cambio que la transformo fue de la noche a la mañana, la chica más bella.
Descubrió el poder que ejercía sobre los chicos, sobre nosotros y saco partido a ello. Una vez con ella, nuestros gustos cambiaron, nos refinamos, dedicábamos tiempo a escoger una camiseta, todo para sonsacarle un simple gesto, un poco de afecto, ella era la batalla, cada regalo era mejor que el anterior del otro. La recuerdo como lo hacía antes, parado allí, en medio de esa nueva calle, no quiero girarme, temo, me asusta ese encuentro, una fantasía, no es real me digo. Su voz, despierto en mis manos tengo el pañuelo, verde, bordado, mosaicos  oscuros empañan mi vista, reacciono queriendo soltarlo, caminar, dejarla atrás, igual que a su recuerdo.
No sé cuanto llevo sosteniéndolo, ni el tiempo que llevo bloqueado. Es una de esas cosas a medio creer, tiendo mi mano hacia ella, inevitablemente rozo con la punta de mis dedos su mano, una chispa, levanta la vista, repara en mí, me reconoce. Mas mayor, más mujer, el tiempo ha pasado, llevo tanto fuera que esto no hace parte de mí. Cuando me marche, necesitaba una escapatoria, si no la tienes, la inventas, no di explicaciones, no estaba muy decidido, ni lo veía claro, me fui. Escape.
- No puedo creer que hayas vuelto, ¿Cuándo?- emocionada salta a mis brazos, dos besos caen sobre mis mejillas como lluvia.
Aprieto mis puños, recorro la marca de esa rosa, la percibo con todos mis sentidos, aquella espina que llego al hueso, la que se clavo en mi ser, en mi alma, la sangre por dentro y por fuera, la misma que tire al suelo, deshaciendo mis ilusiones, pisándola, para que desapareciera. Aquella marca siempre me recuerda como aquel día, todo mi universo se marchito, la traición del primer amor, el que más duele, quieres con toda la sinceridad, sin temor, arriesgas, solo el tiempo y otros amores te van curtiendo en este arte.
Me marche de aquel lugar con el mundo caído, sintiendo la derrota, y si, estaba en lo cierto, conformándome con la idea de que la perdí. Solo un recuerdo más, me mantengo frio, ya no soy ese niño que se fue, sin mirar atrás, soy un hombre, alguien nuevo, maduro, hace años ella me empequeñecía, esa sonrisa suya me dejaba de piedra. Le respondo al abrazo, hundiendo mi nariz en su melena, le saco dos cabezas, pero lo que me llama la atención es que su olor lo reconozco, sigue usando el mismo perfume, la identifica.
 Dos ojos nos escrutan, extraños, presencian un reencuentro, presentaciones, nos ponemos al día y me escapo, por fin puedo respirar.
Reconozco que la amo, reconozco que el primer amor es el más intenso, el que te marca, no tiene que ser la primera persona que conozcas, o con la que estés, si no con la que te veas, intimas con el corazón, con la que albergas sueños, deseos y atracciones que no se puedes describir.
De camino  a casa, reescribo nuestra historia, una caída que me abrió la rodilla, intentando atraparla, el enfado con la amenaza de una piedra de por medio, la ceja izquierda abierta de un golpe, su cara asustada al ver la sangre correr, mi mareo medio fingido, pero solo por sentir nuevamente sus labios sobre mi ceja, me la hubiera abierto más veces. Consistía en enfadarla lo suficiente como para acercarme, abrazarla, una escusa inocente para sentir que me estaba perdiendo.

 ·Supo encontrarme, me busco, quedamos una tarde en un bar, habla, pero miro sus ojos como prados verdes, los aparque en la oscuridad que hay en mí, se sincera, pero llevo un rato perdido en sus labios. ¿Tendrán el mismo sabor?, cuando le robe el beso a espaldas de mis tres amigos que la querían por igual. No di señales cuando me fui, pregunto por mí, pero negué su contacto, me destruía, me resigne a olvidarla en la lejanía, nuevo lugar, mismo mundo, nuevos comienzos, consumía ese amor con otros cuerpos que no encajaban, esas chicas no me retenían con su mirada, solo la quería a ella.
Cuanto más la miro, mas encaja todo, los años no han pasado, ejerce esa magia, me retiene allí en su mundo privado. Pero hace siete años que me fui, una noche lo decidí, tres días después, puse en práctica mi plan, unos ahorros, construí un lugar nuevo para mí, desintoxicándome, me lleve lo justo y necesario, quería olvidar, quien fui, olvidarla, deje las fotos, aunque la tenía en mi mente, enmarcada, todos esos espectros en mi cabeza. Yo la recordaba constantemente, no era necesario llevar todo aquello, ella iba conmigo, la soñaba, la pensaba, en mi memoria, viva, dolorosa, real.
Ahora cuanto más me habla, mas despertaba ese amor, mas enamorado me encontraba.
Cuando llegue a casa, esa cajita de música en mi pecho, la que llevaba en mi pecho, la que llevaba siete años sin funcionar, volvía a sonar, esa noche una vez más esa cama compartía conmigo su angustia, pese a que una alegría me estaba recorriendo, pese a que con el tiempo aprendí a desapegarme de las cosas, ahora eso no me funcionaba, creí durante años que era un capricho de la edad, esa loca adolescencia, pero volver a verla, lo que sentía era muy real.
Su poder sobre mí, me asusta cuando me señala con la mirada, pierdo la cordura, si hiciese lo que el corazón me dicta, sabiendo que es mi debilidad, la desnudaría, la amaría suavemente, llevo mucho tiempo deseándola, no se escaparía. Me asusta su vida actual, mi deseo mirando al cielo, fuegos artificiales, cuatro deseando el mismo deseo, solo uno se la llevo, cuatro amigos inseparables, indestructibles, nos distancio, cada uno creía que era digno de ella, uno más testarudo que otro, ya nunca nos pudo volver a unir. Seguimos luchando, pero era una chica fiel, inmune a nuestros avances, no cambio su idea, se  quedo con el que escogió.
 · Dos días más tarde el teléfono sonó, impotente lo miraba, mientras tomaba un café, la gasolina para parecer humano, el valor me faltaba, insistía, conteste, parecer sereno se me hacía difícil esa tarea.
 La emoción resonaba en la voz.
-Te veo a las dos, en la esquina aquella, en la que siempre nos veíamos.
 Acepte ciegamente, volvía a dejarme guiar, como lo hacía siempre.
Saco de esa maleta lo que no iba a deshacer, me iba pronto, sacar las cosas era señal de dudas, me replanteo las cuestiones, vacilo, aun estoy a tiempo.
 Dos elecciones.
Ante el espejo, me miro, atentamente, inseguro, mi reflejo me sonríe, paso mi mano por el cabello corto, desearía tenerlo más largo, salpican miles de gotas mi imagen, y allí en segundo plano me miran, mi hermana, toca suavemente mi hombro, me besa la mejilla mientras su mirada apunta al espejo y como si leyera mi pensamiento, me contesta:
- Me las he arreglado sin ti – sonríe de forma picara- tu cita irá bien, escoge la camisa roja, sin duda.
El reloj sobre la estantería me dice que tengo que tener más prisa, agarro la chaqueta, salgo corriendo, 20 minutos.
Estoy allí, la esperó, me miro en un portal, quiero ver la imagen que puedo dar. La veo y una sensación se apodera de mí, las manos me sudan, el cuello de la camisa me aprieta, trago saliva, no desciende, le cedo el paso, intento esforzarme.
Nos sentamos, mira la carta, ojeo la mía, pero mis ojos se escapan hacia ella, pido algo que veo, hasta que la comida llega, hablamos, yo me avado fácilmente.
- Si, bueno salíamos, claro que, él prefirió a otra  – bebe un sorbo de agua-   paso hace tiempo, quería compartirnos a las dos, le salió mal. Me costó meses saberlo, típico en él, y no fue su único desliz, pero no sé, éramos unos niños. ¿Y tú? ¿Tienes a alguien esperándote? Claro, que no me extrañaría, siempre fuiste muy guapo.
-¿Lo fui? – pongo cara de enfado.
-No, perdón- se ríe- quiero decir, bueno ya sabes, tu siempre, tenias muchas chicas, me acuerdo, cuéntame. Como poder decirle a alguien que no habían chicas, solo estaba ella, como hablarle del amor que sentía, cuando quería devolver esas esperanzas, que le han quitado, que yo no la compartiría, como decirle que tienes la certeza de que tú podrías hacerlo mejor, mucho mejor.
Aquella pregunta sobra, hay respuestas que son obvias, mis ojos no se pueden apartar de los suyos.
-No, no tengo a nadie, tampoco me espera nadie- saco fuerzas, se que mi semblante es más serio.
 Se me acelera el corazón ante una oportunidad, a la que no tardo en descartar, la desilusión está presente, tiene su nombre, cuando pienso en ella, me falta el aire, el pecho se me oprime, se me corta la respiración, soy una estatua, es la destrucción. Y adoro destruirme, es dulce, lento, me envenena, hace mucho que lleva estando dormida en mi torrente sanguíneo, si está demasiado cerca me paraliza, es insomnio, es hambre, es ansias, es felicidad, es locura, estoy enfermo, pueden respirarse mis sentimientos.
- Parece que ahora mismo te viera con tu primer vestido, dejaste las zapatillas por sandalias -  me enamora ese recuerdo- experimentaste con el maquillaje – la confianza resurge.
- Aun conservo fotos que demuestran que me pase con el carmín.
 El tiempo, vuela, armonía, me cuesta despedirme. Aseguramos volver a vernos. La he buscado en todas partes, he vuelto a reencontrarla, lo que siento me da cuerda, el miedo vuelve y me quita esa idea. Ha despertado lo que sentía, años tapando las cosas, poniendo tierra encima, no lo ha ocultado bien, una capa fina de resignación sigue allí, de cuatro opciones prefirió al peor, nos conocía a todos.
Muchas veces en esta vida encontramos más placentero el dolor, sabiendo que no es lo correcto, todo apunta en la dirección equivocada, la tomamos, nos desviamos con la única intención de estar preparados, concienzudos, maduros para seguir, aprendiendo la lección, sabemos lo que deseamos, no queremos conocernos, escogemos sabiendo que nos equivocamos, lo queremos así, para terminas escogiendo nuevamente, pero esta vez lo correcto. Escogió con los ojos abiertos, aunque su alma gritara que no lo cambiaria, tuvo que aprender, para cuando se iniciara en el amor, apreciándolo, cuidarlo.
La habitación daba vueltas, caigo en el sueño, y en, ese sueño sus brazos me acogen, me sobresalto, se esfuma, mi hermana me anuncia que debemos marcharnos. Antes de irme me lavo la cara, el agua fría me despeja, ideas claras, nos marchamos.
 Un aire fresco nos traspasa, mucha calma, en el grupo de gente que hay allí delante, alguien resalta, lo conozco, besa a mi hermana en los labios, su pose protectora, me sonríe, me saluda, dudando, íbamos juntos, era uno del grupo. Creo que la sorpresa se refleja en mi rostro por la forma en que me miran, al menos el era el más formal, sigue igual.
Mucho más mayor que mi hermana, el primer amor de ella sin duda, se miran con tanto afecto, que esos ojos no engañan, no hay falsedad, hay limpieza y transparencia, los ojos no engañan.
En un momento de la noche me comenta:
- Sebastián, la quiero, no debes preocuparte, la cuido, es tu hermana pequeña – duda, y me teme, no miedo, teme que me oponga – se que te molesta, pero ella me importa.
No me molestaba, solo temía, que conociera el desamor.
 - No hay ningún problema, se os ve felices.
 Alguien a mis espaldas, me tapa los ojos, me susurra con voz melodiosa.
- ¿Puedes adivinar quién soy? – Una atmosfera, un cambio en el ambiente, hizo que la presintiera.
Con su voz suave recorrió mi cuerpo, con un gesto delicado tenía sus manos suaves atrapadas entre las mías,  ese pequeño contacto me llevo al interior de mi alma, a su núcleo, el local sucumbió al silencio y yo a su magia. La miraba, salto a mi cuello, haciéndome participe de su alegría, su pelo caía sobre sus hombros, una cascada, el flequillo tapaba parte de sus ojos, un vestido azul resaltaba su mirada.
 Cuanto añore su compañía.
Esa noche dormí, evadiéndome, pasee entre las estrellas con ella. Amaneció, a través de mi ventana, la belleza del día, el sonido del teléfono me saco de aquel estado, era ella, me buscaba, proponiéndome dar un paseo, tomar algo.
Claro que acepto, antes de pensarlo, la verdad es que deseo volver a verla, pero no quiero dar pasos falsos, temes, es una sensación normal cuando ya te rechazaron.
 A paso rápido alcanzo ver una floristería, unas rosas frescas, compro siete, extiendo el dinero, ojeo la cicatriz, abultada, sonrío para mí, firmo una nota “Una rosa por cada año de sufrimiento, Sebastián”.
 Hoy ha llegado antes, simple, seductora, acepta el ramo, un reflejo acuoso en sus ojos, no pregunto, brilla de diferente manera, quizá solo yo podría percibirlo.
No comento nada sobre la nota, no saco el tema de mi huida, no me pidió explicación, no sabría tampoco que contestarle, podría decir que lo sentía, pero no lo hice, mantuve prisioneras aquellas palabras, algún día, les dejaría absoluta libertad, ante la duda, era mejor callar.
 Hay momentos para todo, hay temas que son mejor no sacar, no merece la pena darle vueltas, en situaciones así aceptas fácilmente las derrotas, te reconcilias con la idea, saber los porqués no siempre son las respuestas más acertadas, a las preguntas más frecuentes del corazón. Aquellas cosas que ya están dormidas no hay que despertarlas, vuelven las pesadillas, y hay pesadillas que una vez resucitadas ya no vuelven a descansar.
Cuanto más pasaba a su lado, mas podría leer su alma, desfragmentaba sus gestos, aquellas palabras, quería saber exactamente que me quería decir, jugaba con el tiempo, preguntándole con mi mente ¿Qué pasaría, si ahora la besaría?
La noche nos alcanzo, la invite al piso del novio de mi hermana, era una cita a la que debía acudir, por cortesía.
En aquel minúsculo apartamento, una multitud de desconocidos entraban y salían, gente que se iba, otros llegaban, me serví una copa, intentando que los celos no me invadieran, de aquella manera atroz.
 El calor recorría mi cuerpo, estaba sintiendo aquello que me pertenecía, confirmando que la amaba, estaba en brazos de otro, abrazados juntos, sus ojos se clavaron en los míos, como si intuyera que la miraba, me obligue a sonreír, incline la cabeza a modo de aceptación.
Ya no podía concentrarme en nada mas, una imagen del pasado se sobreponía a la actual, volvía a verla, sentía lo mismo que en aquel momento, las mismas ganas de huir, encontré mi oportunidad, mezclándome con la gente, con prisas, una palabra rebotando en mi cráneo <>.
Pasando la esquina, comencé a correr, pendiente abajo.
Corriendo, los músculos no daban más de sí, los vaqueros iban a romperse, la camiseta me aprisionaba, mi mente llena de pensamientos, el aire no alcanzaba mis pulmones, los latidos golpeando mis sienes, la mandíbula apretada, una tensión me atravesaba, deslizándose por mí.
Un grito estremecedor salió de mi garganta, me deje caer sobre las rodillas, aguantando mi cara entre las manos, alzado la vista al cielo, estaba donde años atrás pedí el deseo de tenerla. Sentí desesperación mientras golpeaba todo lo que veía con mi vista, empapada, destrozándome los nudillos, no supere el dolor que llevaba años atrapado bajo mi piel, luchando contra ella, ahora estoy en mi contra.
No volveré.
 Me tambalee, débil y frustrado, me encaminaba hacia mi casa decidido, la cabeza llena, pesada, se lo que hare, compre el billete. Agarro una venda, una maleta al hombro, mi vuelo sale a las cuatro, escribo rápidamente sobre el papel, una escusa, una llamada en el último momento, el trabajo, pero en realidad me asfixio aquí, mi salida rápida, un rápido vistazo, volver fue un error, no me importa lo que dejo, me marcho de lleno. Sus ojos verdes, que me infunden tanta pasión, han vuelto a dejarme roto.

 ·Dos semanas, tres días, cuatro horas y,  cuarenta y dos minutos más tarde
 Tras aquel largo viaje, me mantuve a distancia, me aleje de todo, me centre en multitud de cosas con la intención de olvidar, pero llevo la cuenta.
Dos días después de llegar, una amiga intima, una relación insustancial, no pregunto, yo consumiendo mi furia, ella otros problemas, éramos dos personas que tras acostarse no tenían de que hablar, compartíamos un rato de diversión.
Un compromiso que nada nos unía, que se olvidaba al salir por la puerta, ella buscaba un amante para huir de un marido ausente, yo un amor pendiente, nos refugiábamos en frustración.
Pero aquella mañana un paquete lo cambio, envuelto cuidadosamente, reconocí la letra, el nombre, lo deje sobre la mesa, me fui a la cama, mi consuelo dormía, me estire a su lado, mirando el techo, debería de sentirme como un niño que desea impacientemente abrir el regalo de navidad.
Al principio lo ignore, acabando escondiéndolo en un lugar en el que no me miraba imponente, no estaba preparado para buscar en su interior.

 ·El otro lado de la historia

Mi nombre es Emilie, tengo el pelo oscuro, los ojos verdes de mi padre, mido poco, soy una chica corriente, como otra cualquiera, no destaco, ni por mi simpatía, ni por mi belleza, soy parecida a ti, insignificante pero con una historia a mi espalda, una historia en la que tienes el final en tus manos, porque debes arriesgarte, y yo nunca fui demasiado valiente, mi timidez me abrumo siempre, pero para que sepáis como he llegado aquí, como estoy volando en dirección contraria a mi miedo y enfrentarme a esa persona que revuelve tu vida, esa persona que en un momento apuestas todo, a una casilla, de una vez por todas.
Mi historia comenzó cuando a los  nueve años cambiamos de ciudad, mi mundo se esfumo, los planes se esfumaron de un plumazo, amigos, compañeros, caras conocidas, el plan del viernes con las amigas, todo, absolutamente todo quedo en un adiós.
Me encontraba en un colegio nuevo, con esa edad te aseguran que es fácil adaptarse, que los niños lo aguantan todo como si fueran irrompibles, flexibles, se acostumbran. Ni me acostumbre, ni me fue fácil, pero aquellas palabras eran una manera de suavizar el trauma, pero yo sabía que desde el primer momento que pisas un colegio, los grupos estaban hechos, que nadie quería ser la amiga de la nueva, termine por crecer en mi interior, creciendo más deprisa.
Hasta que los conocí a ellos, cuatro amigos, las estrellas, entre en su grupo sin que ellos marcaran una diferencia, con el paso de los años, las cosas seguían siendo las mismas, creciendo juntos, defendiéndonos, hasta que un buen día todo cambio, nos encontramos con la adolescencia, comenzando a descubrirnos, quiero decir, que hay un palpito en ti, una nueva sensación, unas prisas por crecer, por conocerte, por conocer, por dejar la niñez y ser adulto, nuevos sentimientos se abren camino, sentimientos que derriten tus piernas, que te sacude, te despierta, la inocencia de nuevos amores.
Y mis cuatro chicos empezaron a descubrir la diferencia entre ellos, y yo, a percibirla, a reparar en mi, con otro tipo de atención, deje de ser uno de “nosotros” a ser “la chica”, nuestros cuerpos cambiaban cada día, se percataron que me había infiltrado entre ellos. Y lo más sorprendente que no percibía ninguna diferencia entre nosotros, éramos tan buenos amigos pese a ser tan diferentes, tan distintos, el chico malo que se ocupaba de dar la voz, los que le seguían, el gracioso, el tranquilo y el coherente.
 Primero pensé que con los años se les pasaría, pero acabe separándolos, cuanto más me esforzaba por agradarlos, por ser amigos, unirlos, mas se distanciaban y su odio entre ellos crecía. Acabe rindiéndome, pensando que con el paso de los años, volverían a juntarse.
Nos conocíamos y me gustaba la protección que me otorgaban, los juegos, la seguridad que me ofrecían, aunque se que por esa razón las chicas me mantenían lejos salvo que quisiera conocer a alguno de ellos, su vacio me pesaba, cuando eres joven solo pretendes encajar, no sentirte fuera del lugar, quitarte la etiqueta y me esforzaba por caer bien, podría complacerlas con regalos, hasta que lo sostenían su premio, dándome la espalda. Me arte de hacer favores, quise sacar provecho, tener con quien compartir mis preocupaciones de niña, si no querían darme una oportunidad me vengaría. Con 17 años poco puedes pensar, esa tarde tendría que presentar a una chica de mi clase a Víctor, el galán, el chico malo, de pelo rubio, y ojos marrones, por el que suspiraba medio colegio, al ver a la niña venir me tire a su cuello, besándole, no supe que otro par de ojos me estaban mirando, solo podría ver a aquella niña pedante enrojecer de furia y sentir las manos de Víctor agarrándome, como si fuera suya, cuando le solté, me fije que en el camino que conducía al campo de futbol a Sebastián marchándose.
 Al seguir el camino, que él había recorrido, encontré una rosa marchita, teñida de sangre seca, la recogí con cuidado, me la lleve, se seco y la guarde al lado de todos los regalos que me había hecho, unas entradas de cine, un collar de un verano, un anillo de plástico, fotografías, algún peluche, cartas que nos confesábamos nuestros secretos.
Recuerdos que acumulas, un pequeño trozo de historia, detalles que no puedes olvidar.
No se de que manera, en que sitio, ni cuando, ni como, empecé a salir con Víctor, una pareja de esas que se conocen de niños, pero que acaban formalizándose, como si los bocatas compartidos nos hicieran sólidos, solo sé que estaba encantada por poder presumir, salía con el chico más guapo del instituto, las chicas me envidiaban, pero lo que comenzó como una cosa de niños fue siendo más serio, los años pasaban y estábamos mas juntos.
Su odio crecía cada vez más, no entendía cómo podían rivalizar de esa manera, muchas veces los separe de los puños, no quería que se hirieran, todo ese odio caía sobre Víctor, ya que se conocían desde siempre, no solo yo tenía la culpa, lo descubrí años después cuando nos separamos, fue liberador.
Dejar a Víctor fue una decisión de esas que tomas sabiendo que es la correcta, aunque cuesta, el tiempo que llevas con alguien te frena, las oportunidades, las esperanzas, las promesas, y puede que  hasta los comentarios que te hacen la gente, la pareja tan estupenda que hacías, pero las oportunidades desgastan y descubres un buen día, que lo que sientes, no es lo que verdaderamente sientes.
Hasta que me arme de valor para tomar esa decisión, a encaminar mi vida, descubrí que Sebastián desapareció, fue un rumor, de que se marcho, fui a su casa, esperando que me abriera, mi cara desencajada al abrirme su hermana.
 -¿De verdad? ¿De verdad se ha marchado? – Intentaba aguantar las lagrimas, no derrumbarme – ¿Porque? - Hola Emilie, se fue, por un trabajo, ya sabes, aquí, no hay nada – unos ojos caramelo, como los de su hermano me miraban, disculpándose – pero tranquila, volverá pronto.
 Me marche corriendo, como si aquel suelo quemara, no se ha despedido, no podría irse así, o ¿sí? , pasaba de la tristeza al disgusto, me enfadaba conmigo, luego con él, el tiempo pasaba lentamente, nadie me podía decir mucho, me evitaban, no me daban noticias.
El tiempo me volvía irascible, todo me molestaba, la respuesta más usada era que no tenía nada. Una en su mundo crea una respuesta para que sirva para todo lo que le pasa, una escusa.
Vives con la falta de alguien, no te acostumbras a ese vacío, esta agazapado amenazando con tragarte.
 Me escondí en mi interior, eche la llave al pozo, me negaba a salir, yo estaba bien, el fuego que comenzó a arderme día tras día estaba apagándose, pero una carta, su nombre, me pareció verle más de una vez, esa idea tan viva que me sobrecogía y me exaltaba, me conforme, con la nada.
Volví con Víctor, más por costumbre que por el amor que no le tenía, lo aceptaba, ¿si teníamos algo en común?, nunca lo había pensado, hemos estado seis años juntos, yo era muy fiel a mi sentimientos, el a los suyos, a todas esas chicas que le saltaban al cuello cuando me daba la vuelta, no lo supe, me costó averiguarlo, primero me costó creer que alguien que conoces te engaña, lo achaque a su encanto, no sería su culpa, pero se acostumbro al perdón, ¿ o me acostumbre yo?, no lo sé muy bien, cuando pusimos fin definitivamente cada uno siguió su camino.
A veces sorprendía a la hermana de Sebastián en compañía de Luca, ya tenían una historia que contar, por ellos supe que el tenia una casa, un buen trabajo, un montón de amigos, una novia preciosa, pero no era nada serio, vi unas cuantas fotografías.
Aquel que me iluminaba, ya no era un niño, se ha convertido en un hombre, se marcho con casi 20 años, han pasado seis, sus rasgos ya no eran suaves, duros, una sonrisa brillante, pedí que le mandaran saludos, nunca recibí respuesta, renuncie, a él.
Cruzaba la calle cuando el pañuelo que llevaba al cuello salió volando, me gire, un hombre lo había agarrado, tendí mi mano, alzándome para darle las gracias, lo mire a los ojos, un vuelco en mi corazón, el cuco volvió a cantar, la emoción de verlo, prácticamente me lance sobre el, de carne y hueso, de verdad, los años que nos separaron se borraron de golpe.
Me fije en la marca de su ceja, como brotaba la sangre, la impotencia que me invadía, el mareo de su sangre, no pretendía hacerle daño, me arrepentí.
 Me coloco el pañuelo, casi no puedo caminar por esa sensación, lo llame, quedamos al día siguiente. Escojo un conjunto, me decido por otro , en el último momento me vuelvo a cambiar, me maquillo, me he pasado y me acuerdo cuando descubrí el maquillaje, me rio, me desmaquillo, el pelo suelto, lo recojo, lo vuelvo a soltar, resoplo, miro la foto de aquel baile, sonriendo a la cámara, ciegos por el flash.
Salgo a verlo, la cuesta de mi casa la bajo corriendo, me espera y yo hablo demasiado, me precipito, le cuento mi vida, recordamos anécdotas y veo en sus ojos una sobra que se deja caer sobre él lo envuelve, ya no habla. La despedida es dura, una decepción cae sobre mí como un saco de arena, no me voy a rendir, lo volveré a llamar, no puedo disimular mis ganas, el parece tan seguro, y yo ensayando antes, le propongo quedar y antes de que cambie de idea cuelgo. En mi cabeza he escogido todo, lo he ensayado, me voy corriendo a la ducha, me tomo mi tiempo, subo la temperatura del agua, mejor que me queme ahora, se lo que le preguntare, suena la alarma, salgo, aplico una crema corporal, el espejo esta empañado, escribo <>, tratando de que esas palabras me lo aseguren, pero lo borro con la esquina de la toalla, lo tengo planeado, confió, el pelo seco, me visto y me siento satisfecha.
Un último vistazo, coloco un mechón de pelo, pe pongo el abrigo.
Las piernas me pesan, mis rodillas tiemblan, debe de notármelo, cuanto más cerca mas revolotea mi corazón, parece un pájaro en una jaula al que acaban de quitarle la libertad, antes de dar un paso más, me paro, suspiro me digo <>.
Me deja pasar, me siento, me observa y me siento muy intranquila, la miel que hay en sus ojos se me pega, densa, apetecible, rompo ese silencio que no dice nada y a la vez lo dice todo.
 - ¿Qué tal es esto de volver? Vacila, no me da una contestación muy clara, me pregunta por Víctor, le cuento, y le formulo la pregunta que me ha estado asustando tanto, estoy alerta a cualquier indicio, miro si hay pena, si puedo leer el amor en sus ojos, y si se trata de amor todo se refleja enseguida.
 Escucho ese no, y respiro profundamente, siento un alivio.
No cuenta nada más ya, su sonrisa, esos dientes blancos alineados, más alegre que en las fotos que he podido ver, porque aquí, ahora, es real, frente a mí, y recuerdo la punta de nuestros dedos tocándose, ese intercambio de energía.
Le diría tantas cosas, pero me freno, este no es el momento, espero que se quede un poco más, procurare estar en todos esos sitios a los que ira, por eso su hermana es mi cómplice, me avisa del club.
 Tengo la esperanza de que si me ve, más a menudo, recuerde todo lo que sentía, y entre la multitud reconozco su espalda, su altura ayuda, tapo sus ojos, le susurro, mi voz tiembla, se gira y me mira, sorpresa, incredulidad, salto a sus brazos, mi alegría tan grande, como una especie de gusano que te recorre por dentro, pero me cuesta tanto separarme de él, se me hace difícil despegarme.
Cuando algo pierdes, y lo recuperas, te agarras más fuerte, le quería detener, tengo una segunda oportunidad y estoy muy agradecida. Aquella noche no dormí, cambie constantemente la almohada, como si no encontrara el sitio, la postura adecuada, hasta que me levante y recorrí una y otra vez la habitación, opte por encender la luz, puse música, incapaz de concentrarme en nada, mi cabeza lo rondaba, esperaba impaciente el amanecer, mirando la hora con frecuencia, pero el reloj no avanzaba, la espera se me hacia larga.
Cuando dieron las ocho, descolgué el teléfono, al escuchar su voz las palabras que quería decirle se difuminaron, enmudecí, mi voz me abandono, hablo, y le propongo lo primero que me dejan mis nervios decir. Acepta, y me alegro tanto de que no pueda verme, porque mi cuerpo se contonea, canto, pura felicidad.
Me alegro con prisas, tomo el café de un sorbo, llego pronto, me adelanto a todo.
 Un ramo de rosas, siete en total, sus palabras me recuerda, que han pasado siete años y el corazón se me para, noto esa punzada de dolor, que te recuerda lo que pretendes olvidar.
Pero aunque no me salga solo quiero decirle que le perdono, pero esas palabras nunca salen de mi boca, y me doy cuenta de que no quiero saber porque se fue, porque en el fondo yo lo sabía, muchas cosas no se dicen, pero se intuyen, cosas que comprendes con el paso del tiempo.
Me explico en qué consistía su trabajo, que hacia cuando no estaba aquí, y recuerdo que tiene una vida a miles de kilómetros, de la que no formo parte, pero está aquí y ahora, y no puedo dejar de pensar lo agradable que es estar junto a él, acepto su invitación a la fiesta, quiero acompañarlo, tener una oportunidad y valor.
 La fiesta había empezado antes, vi a un amigo, le dije que hoy daría el gran paso, esperaba, ese momento a solas, que te obliga y te empuja a confesar, sentirme al borde de << es ahora o nunca >>, se alegra tanto por mí, que me abraza, pero sentí, sentí eso ojos que me penetraban, amargos, perdidos, angustiados, el rostro roto pese a esa sonrisa, supe, que había mal interpretado ese gesto, pude ver sus fantasmas.
 Lo busque, juro que lo busque, pero parece que nuevamente se esfumara, nadie había notado su falta, solo yo.
 Me encamine hacia su casa, desde la esquina lo vi saliendo del portal, se iba, grité su nombre, corrí, no lo alcance, parecía una visión, allí delante de su portal algo llamo mi atención, me agache, una venda, manchada con su sangre, fresca, brillante, aun conservaba su calor, la acerque a mi nariz, olía a él, las lagrimas resbalaban por mi cara,  me encuentro nuevamente atrás, en esa situación.
Pero en esta vida, hay situaciones por las que merece la pena luchar y más cuando tu corazón te demuestra que hay otro camino.
Esta vez se había equivocado, pero no quedaría así, no renunciaría fácilmente, al menos esta vez le diría lo que siento.
Escribí, borre, y volví a escribir, sincerándome, guarde todos nuestros recuerdos, en la foto que tenia sobre la mesilla de noche escribí <>, la guarde con las demás cosas, imaginándome su rostro al descubrir todo aquello, porque aunque se haya ido nunca dejo de ser importante, hay personas que no entiendes que independientemente de su falta una parte de nosotros estará siempre con ellos, hay veces que debes de recordárselo.
 Independientemente de donde este, donde se encuentre, esa persona ha estado, no puedo negarlo, más cuando amas.
Aunque uno huya de aquello, no merece la pena, porque todo de lo que huyes va contigo, pero no nos damos cuenta, o si lo hacemos, pero cuando es demasiado tarde, no comprenden, que hay uniones, pocas, pero algunas son de por vida.
Aquello que nos hace felices, muchas veces lo recordamos tristemente, pero él no va a ser ese recuerdo triste, cuando lo sueño, se que su corazón me llama, me reclama, lo sé.
Lleve la carta a su hermana, se que se la enviara, y espere esa contestación, que una vez mas no me llegaba, y me canse, me canse de la espera, necesitaba mirarle a los ojos, que me rechazara de frente, enfrentarme a el.
Comprendi que en los siete años había acumulado el valor suficiente.
Es asi como he volado hasta donde su corazón me llamaba, arrastrando una maleta, preguntando una dirección, equivocándome treinta veces de calle, alcanzando un portal, estar frente a una puerta que me infunde respeto, un timbre, una mujer que te abre, una duda, miro el numero, estoy segura, pregunto por Sebastián, quizá sea un vecino, lo describo un un metro ochenta y tres, fuerte no musculado, sano, unos oj.. cuando lo vislumbro detrás de ella, con una toalla enrollada a la cintura, mi momento, tirado a la basura, he perdido el tiempo, un viaje malgastado, me doy la vuelta instintivamente chocando contra las paredes, mi maleta arrastrando, no quiero ver si me sigue, no quiero saber nada, ni quien es ella, ni explicarle porque estaba allí.
Pero no vuelvo al aeropuerto, en mi lugar sé que es allí donde buscaría, así que camino por esas calles que no conozco, sin rumbo, enredadas, como mi historia, no quiero que me alcance, me duelen los pies, y me siento, sobre mi maleta, no quiero levantar la mirada, siento bochorno, vergüenza, no me apetece llorar, estoy, decepcionada.

 ·Si, soy un imbécil. Desde la ducha me pareció escuchar su voz, quise adelantarme, desee haber abierto yo la puerta, tras ver su rostro, la decepción en sus ojos verdes, claro que fui tras ella, hasta llegue a la calle, pero es delito ir medio desnudo, deje que se escape, pero sabiendo que la alcanzaría, volví a subir.
 - ¿Tu novia? – Me pregunta
 - Fuera, lárgate – grito enseñándole la puerta aun abierta.
Me pongo una camisa, unos vaqueros, las zapatillas, alcanzo las llaves, conduzco hasta el aeropuerto, pregunto por el próximo vuelo, pero es una tontería, ¿hasta cuando pretendía quedarse?, salgo, pregunto en algunos hoteles, hostales, me quedo sin ideas, miro en cafeterías, terrazas.
Ha oscurecido y vuelvo a casa, por si ha vuelto, y voy hacia el armario, cojo el paquete, lo abro, contiene todo de nosotros, cosas que no recordaba, allí guardado, mi paso por su vida, la rosa, las cartas de cuando éramos niños, y la ultima, me aleje de la caja, sentándome la sostuve y comencé a leer :
<< Te sorprenderá esta colección, me gustaría haber visto tu cara, pero desgraciadamente la única cara que he llegado a ver es la del fracaso, se que llego tarde, contigo tengo siempre esa sensación, parece que estemos buscándonos toda la vida y nunca acabamos encontrándonos, ¿no te ocurre?, porque a mi frustra, sé que no soy perfecta, la vida no es perfecta, no nos lo da todo hecho, no lo pone fácil, pero eso tú lo sabes, yo también lo se, porque me pasa como a ti, he tomado decisiones precipitadas, no escuche mi corazón y me equivoque, mas veces de las que me gustaría admitir, pero quiero reconocerlo, ante ti, quiero que sepas, que todas esas equivocaciones no han hecho más que confirmarme lo que los dos ya sabíamos, lo que tu sabes y no reconoces, y yo lo que me niego, pero que te amo.
Extraño sentimiento, pensé que deje de hacerlo, ¿sabes? Cuando te fuiste, hubo un momento, en el que renuncie a ti, a ese amor, pero volver a verte, ah, no sé, se ha vuelto a despertar, supongo que era algo que intentaba ignorar.
Lo que nunca pude ignorar es que te fuiste por mi culpa, ese sentimiento ha llegado a pesarme, irte herido, sin despedirte, me ha roto, igual que esta vez.
Creo que me has castigado por ello, siete años, siete largos años, sin saber nada, suponiendo que entre nosotros hubo una amistad, un lazo fuerte, comprendo que querías olvidarme, ¿lo has conseguido?, porque sinceramente, yo no, no he podido sacarte de mis recuerdos, no conseguí alcanzar ese objetivo, creí haber amado, me estaba engañando, supongo, que a mi manera, me castigaba también, sé que te negaste, bueno, que negaste saber de mí, me parece justo, ahora no me pidas que desaparezca, creo que debo dar este paso, no quiero arreglar, solo decirte o hacerte ver, que estabas equivocado, con respeto a mis sentimientos, escogí mal, me equivoque, pero también tu, crecimos Sebastián, me he convertido en adulta, y comprendí, pero no podía hacer nada, me resigne, vivías engañándote, a ti mismo.
Sufrimos los dos, pero juntos, uno por el otro, yo también te anhelaba, no he sido nunca tan feliz como lo fui cuando volví a verte, cantaba por dentro, la vida estaba coloreándose, intentaba alcanzar ese momento, para confesar, pero creo que hasta el último momento, espere que tomaras tu las riendas, no por cortesía o protocolos, pero cada vez que quería decírtelo, me paralizaba, no sé, ¿tú te has visto? , pero menuda sonrisa, puede que tu no lo veas, pero yo si veía como te miraban las mujeres, y esos ojos que me frenan en seco, me daba cierto miedo ser rechazada, me empequeñecías, pero ya se acabo.
Me da igual, dos veces, es la segunda vez que te vas sin mirar atrás, puedo entender la primera, pero ¿la segunda?, resolveré tus dudas, aquel, que abrazaba, es un amigo, del trabajo, no significa nada, aquella noche, pretendía confesarte mis sentimientos, eso significaba el abrazo, eres el único del universo que no ha visto que estoy completamente loca de amor, eres el único que no se ha dado cuenta, me entristece que aun sigas sin hacerlo, espero que tras leer esto, comprendas, que tus dudas desaparezcan, tus miedos se alejen, y que confíes, en tu corazón, en mi, que te soy sincera, te amo.                                                                                                                                                         Siete años acumulando valor >>

 Sin duda estoy llorando, ante tanta sinceridad, se que nos hemos equivocado, los dos, yo me fui, ella me espero siempre, comprendo lo difícil que podía llegar a decirlo, la entiendo, porque me ha ocurrido.
La distancia jamás no separo en realidad, siempre la he sentido muy cerca, y si no se rendía, yo tampoco, me tocaba ahora a mí.
Baje nuevamente a la calle, pensé en los monumentos, en parques, y ahora sé que no me llevo mi cabeza hasta ella, si no mi corazón.
Ese que se me paro cuando la vi, sentada sobre la maleta, no muy lejos de mi casa, me acerque despacio, cogí su mano, en cuclillas, agachado, la mire pero su mirada era vacía como si no me viera.
Una irónica sonrisa.
 - ¿Sabes que es no dormir, venir por alguien, y llevarte esa bienvenida? – lo decía mas para ella, como si estuviera confirmándoselo, sus ojos temblaban. –Vine hasta aquí, por ti, me mentiste, tenías a alguien esperándote, debí imaginarlo.  Me siento profundamente herida, pero sabes, me da igual, ya todo, me da igual.
Recordé que la habían engañado, no confiaba en mi, nada me hacia distinto, porque no era diferente al otro. - Lo siento- hago una pausa –no es lo que piensas, no significa nada ella para mi, deja que lo arregle, te he hecho daño.
- ¿Daño? No, daño me hiciste las dos veces que te fuiste sin despedirte, sin preguntar, sin querer verme, esto no es daño, es indiferencia, y sabes puede que para ti, ella no significara nada, pero para mí lo es todo. ¿Quieres arreglarlo? Desaparece, me has castigado durante años, a eso estoy acostumbrada, pero –pero piensa, un silencio denso –ahora me has hecho un favor, porque la que se va seré yo.
Ella llora, yo lloro, no tengo fuerzas para esa crudeza, es ahora o nunca:
- Reconozco mis errores, me aleje y te aleje de mí, no reconocí mis sentimientos, ante ti, pero te amo, te amo por igual, te he correspondido antes, ahora, aquí. Me he comportado como un niño, he cogido la vía fácil, pensé en mi, sin hacerlo en ti, no supe que te estaba hiriendo por igual, nunca pensé, que podías sentir amor por mí, ¿tú te has visto a ti?, creo que nunca has realizado lo preciosa que eres –sus ojos se relajan y brillan –no alcanzas a verte como yo te veo, pero lo que nunca has visto, es que estoy completamente loco de amor por ti. No te negare que no he tenido, o que no hubo otras, pero no como tú, no eran tu, ellas eran, bueno –dudo- eran ellas, no se han quedado nunca, creo que es ahora o nunca, cuando deberíamos de dejar atrás todo y comenzar algo, ahora, siete años, son demasiados.
- Siete años son, muchos años –me besa y sus labios saben a futuro, a esperanza a ilusión.

 Al final de todo lo que cuenta es el aquí, y el ahora.

sábado, 19 de marzo de 2016

De amiga a amiga...



De amiga a amiga…
Hoy te escribo desde un futuro no muy lejano, puede que nos crucemos, o puede que pase a tu lado, inadvertida, puede que sea la chica que está sentada a tu lado en el autobus, o en la cafetería, la dependienta que te atiende, o la que te sonríe atreves del espejo.
Ser tu misma.
No importa quién soy, solo tienes que saber que te entiendo, entiendo tu sufrimiento, tu mirada triste, y la sombra de dolor que arrastras.
Crees que no podrás ir muy lejos, que el tiempo va despacio, a otro ritmo, que no existe tanta soledad y que te rodea como una burbuja, crees que el tiempo lo trabaja todo, pero no tienes la esperanza suficiente para creerte tus palabras, no tienes paciencia y tienes prisa, prisa por dejar el dolor. Sientes que es una maleta que te llevas a todas partes, al trabajo, en ese súper mercado en la que escuchas esa canción que te lo recuerda, que el gesto de aquel desconocido te lo trae de vuelta a la memoria, y que el aire te trae aposta su fragancia para ponerte nerviosa, de verdad que tu lo intentas, luchas con todas esas adversidades.
 Pero crees que ya no puedes más.
Y créeme que yo, te entiendo, entiendo esas lagrimas que resbalan por tus mejillas, esa mirada que se pierde en esas caricias ajenas, los latidos que admiran besos extraño, esas películas que  hacen ponerte en el lugar de la protagonista, las páginas de la novela que marcas como favoritas, tu risa, inocente que lanzas a ese desconocido que no te atrae pero que quizás te podría consolar, buscas algo en su mirada y quieres perderte, escudriñas su cuerpo y buscas, pero no encuentras, porque no te mereces engancharte a alguien o atrapar a  ese alguien sin poder darselo todo, todo lo que sabes que eres capaz de dar, y rechazas esa oportunidad.
La dejas escapar, vuelves al lugar que conoces, y quizás llores en un baño, o puede que tomes un camino que no conduce a ningún lugar que conozcas, aparentemente, pero necesitas escapar, sentirte libre, y mientras lo recorres lloras, la gente puede mirarte, nadie preguntara, ni tu esperas respuestas, te alejas, porque no quieres estar en ningún lugar de este mundo y ninguna persona podría proporcionarte el consuelo que necesitas, las palabras que quieres escuchar no te las pueden decir, las que no quieres oír no las vas a escuchar, hace tiempo que no te llegan, inevitablemente no podrás disuadir la furia esa que sientes porque no te llegan las palabras que tu sabes y no quieres mencionar.
Ya no te sientes la protagonista de tu vida, sientes que nada ya da sentido, que una vez con su renuncia todo se ha ido, evitas los atajos que te llevan a sus recuerdos, rebobinas tu cabeza con la intención de borrar todo lo que te ata a él, pides deseos al viento para que se lo lleven lejos, miras hacia el cielo, buscando consuelo, escribes sobre el papel mensajes que te recuerden que debes sonreírle a la vida, le cuentas a esa amiga buscando que te entienda, te consuela, por un momento, vale, y relés esos mensajes en los que te anima a seguir.
Lo que no sabes aun es que alguien en un lugar de tu camino, a la misma hora, en el mismo momento pide conocerte, y que será concedida esa petición, porque es sincero, verdadero.
Pero a la mañana siguiente esos mensajes ya no sirven, no te consuelan, que tu lo intentas y luchas por abrir una brecha por la que pase el futuro, y puede que en tu desesperación por el olvido hagas locuras.
Amiga yo te entiendo, yo también las he hecho, a mi puerta también llamo la desesperación y la locura, también la deje pasar, por mis venas también corrieron sustancias que prometían olvidar, también conocí la destrucción, la venganza, los días sin color, el desequilibro, la tortura, para conocer finalmente el perdón.
No puedo decirte el tiempo que necesite, no puedo darte números, ni una aproximación exacta, ni engañarte, es normal, esos sentimientos que te llevan desde un punto al otro, son normales, desde el odio hasta volver a amarle, sientes que te destruye y renaces, pero con cada ola te ahogas un poco más, no ves la superficie, y la vida es un trago amargo de él.
Nadie te entiende, son las palabras que construyen tu día a día,  guardas ese dolor, es tu diario, ha llegado el día que ya no lo compartes con nadie, no saben, esperas quieta a que eso se vaya o se emborrone tu historia con lagrimas.
 Pero la que no lo entiende, eres tú, la que no quiere verlo, puede que esa mujer a la que le sonrías, o la que te mira fijamente desde el otro lado de alguna habitación lo  este viviendo, o lo ha sentido, se llama desamor. Pero tu prefieres quemarte las entrañas con ese acido, dejas que vuelvan sus caricias,  sus besos, sus falsas promesas, y no entiendes, como tu podías vivirlo con otra intensidad diferente a él, te culpas, sabes exactamente que la culpa es solo tuya, oh si hubieras sido, mas afectiva, mas romántica, si hubieras escuchado mejor, si fueras más normal, más perfecta, más dulce, mas buena, quizás mas mujer, menos niña, más madura, tenias que haber puesto más carne en el asador, mas amor, seguro que la clave es haberlo hecho mejor, entregar más de lo diste, poner más pasión, ser más delgada, mas alta, menos maquillada, más natural y muchas más cosas…
Las exigencias llegan a ser tan altas que te faltan 20 vidas para cumplirlas, te resignas, en la culpa, es lo que hay te dices.
Recuerdas sus promesas, analizas sus gestos, y buscas esos momentos que se te escapan, no encuentras nada fuera de lugar, no veías el peligro, no lo intuías, algo sentías pero nada a lo que darle demasiada importancia, no pudiste precipitarte,  quisiste hacer lo correcto, pues si tu eres sincera de corazón, temerían pisar esa verdad, porque sigues pensando que hay personas como tú, esa farola que brilla en medio de un mundo oscuro, y no, no eres perfecta, pero prefieres tener principios, por algo se empieza te dices.
No lo comprendes, no sabes en que fallaste, se lo preguntas al mundo, hasta que llegas frente al espejo y se lo preguntas, no hay respuesta, te resignas, comprendes que lo que más duele, es no hallar respuestas, esos porqués que quedan por contestar y eso te destroza.
 Las respuestas que a todos se nos escapa.
La cama demasiado ancha, te levantas, porque ya no hay espacio para tus pensamientos en esa habitación, abres la ventana para que salgan, el aire fresco te impacta, saludas la noche esperando un milagro, un silencio atronador, puedes oír tu corazón, sus palabras, intentas taparlas, vivir el momento, pero el momento es su recuerdo, y el dolor que te pinza los nervios, la boca de tu estomago esta revuelta, como si tu cuerpo esta tan lleno de él que quieres vomitar, pero nada sale, es una sensación de angustia, de encerramiento, un bloqueo. Y te desnudas frente a esa ventana, quieres sentir, sentirte viva es lo único que quieres, comprender, alcanzar lo anhelado, en mitad de esa noche te preguntas si él piensa tanto como tú lo piensas a él, ¿sabe el que hace tiempo que no duermes?, ¿que no comes?, y que no compartes ese dolor con nadie ya, que te lo guardas en lo más hondo de tus tripas.
Esperar, esas son tus noches, imaginas, que en mitad una noche como esa, la pantalla de tu móvil se enciende, te pregunta un simple “que tal”, primero dudas, escribirás un mensaje, y lo borras, dudas en hablarle, escribes algo distante, lo borras, algo que pudiera ver que lo echas de menos, lo borras, y acabas por borrarle a el mismo, pero dudas, y vuelves aceptarle, para volver a borrarle, te debates entre la duda y la furia, la duda de tus sentimientos, la furia que te produce su indiferencia, pero es de noche, tan tardío, ¿piensa en ti?, decides esperar hasta la mañana siguiente, no lo tienes ya tan claro, porque dudas de que sea tu mente la que te la juega, igual no será de verdad.
En algún momento podías haberlo soñado.
Te preparas,  le contestas, su reacción no es la que te esperas, su actitud, distante, como si nunca hayas existido, ¿ porque te ha escrito?, no sabía con quien compartir esa felicidad que ahora le rodea, simplemente tú te encontrabas pensando en él mientras, él,  pensaba en otra persona, tus pensamientos se han cruzado con los suyos y comprendes, que ya no es lo que era, jamás volverá a serlo, te resignas, decides no contestar a su ultimo mensajes,  borras su existencia, pero piensas en esa persona que ha pasado por tu vida, en cómo te miraba, en cómo se esforzaba, te preguntas si solo es que fingía, la verdad que te bombardea es tan dolorosa qué prefieres, no saber la respuesta, intentas no pensar en las palabras que una vez te dijo, no quieres caer en esa trampa, en la de su egoísmo, en su hipocresía servida fría, tu bondad te dice que merece ser amado, ser feliz, pero hay algo que te molesta, la falta de humildad, la necesidad de dañar mas tu superficie, de rasgar ya las heridas para profundizar en tu dolor.
Tomas la decisión de no volver a mirar  atrás, no lo mereces, no mereces ese dolor que no te deja respirar, avanzar, rompes las páginas de vuestra historia, gritas y lloras, ríes y bailas, rompes sus recuerdos, lo tiras a la basura, lo recuperas, sacas de la basura lo que has tirado, agarras esa bufanda, la hueles, su perfume, lloras, secas tus lagrimas, vuelves a tirarla, no te atreves a sacar la basura, pero vas al armario, lo abres, dudas, ves  las prendas que te ponías para impresionarle, para arrancarle un alago a sus labios, decides que no te las pondrás en un tiempo, vas a la parte de atrás, la ropa de emergencia, aquellas prendas que guardas para esos momentos en los que quieres parar en seco a un hombre, aquellos modelitos que reservas, que nunca usas con el hombre que deseas, porque no llega ese momento.
 Escoges el que más marque tu figura, llamas a ese desconocido que te ofreció sus sonrisas, su afecto, su consuelo, te sueltas el pelo, te maquillas, puede que te pintes los labios,  por mucho que la tristeza empeñe tu mirada, te ves más fuerte y guerrera, te preparas para comerte el mundo, pasos seguros, decisivos.
Ves en esos nuevos ojos una chispa, un deseo, adivinas y lees la pasión, le gusta lo que ve, ganas seguridad, le sonríes desde la distancia, tienes más cuidado, pero quieres olvidar, y eso te empuja al precipicio, le besas, no es un deseo puro, es más bien turbio, descubres que te gusta, sus labios saben lo que hacen, te atreves a retirar el velo de la tristeza y mirarle, mirar esos profundos ojos, que son claros, no te habías fijado, te miran de frente ,no te esquivan, no ocultan nada, te llega su aliento, un aliento fresco y puro.
 Su mano, atrapa a la tuya, de una forma, diferente, te sorprende notar una caricia nueva, y por un momento crees que estas pecando, contra tus sentimientos, contra todo lo que sientes por él, aunque no le debes explicación y fidelidad, tus mejillas enrojecen, apartas los ojos de esa mirada que te otorga calma, te precipitas a retirar la mano, el te la engancha a tiempo para no dejarte ir del todo, captando tu atención y te fijas en su sonrisa, en sus diente, en la curvatura que los deja entrever, una boca ladeada, divisas en su rostro, te lee, y temes, quedar al descubierto, notas que él lo nota, te vas al baño, allí entre cuatro paredes, sentada sobre la taza del váter, te sientes mediantemente segura, respiras como si no quedara aire, sacas el móvil,  miras su fotografía, la ultima que guardas en tu teléfono, como si nadie lo supiera, tu secreto, y el desconocido que te espera fuera te manda un mensaje, no dice grandes cosas, pero son mas de las que esperas, eres preciosa, solo.
 Borras su fotografía, sales, mojas tu cara con agua fría, miras ese espejo, y quieres ver tu alma, escudriñas en tus ojos, ver si se ve a simple vista el dolor, que guardas dentro, compruebas que el maquillaje ayuda a tu mascara, tus manos tiemblan, estas nerviosa, titubeas y ya no crees nada.
Aguardas un momento antes de abrir la puerta, esperas que no se abra y deseas quedarte encerrada porque allí te sientes segura, la abres lentamente, como si tu vida dependiera de esos instantes, sales y esta esperándote, por un momento, quieres que sea otra persona, tu corazón recibe una descarga de emoción para volver a caer en la desilusión, al que no puedes arrancarte de tus pensamientos, pero es él, tu desconocido, te sonríe, con tanta calma, te sorprendes sonriéndole, no sabes la razón, tampoco quieres averiguarlo, pero te acercas con esa inseguridad, que tanto te delata, coges tu abrigo y al hacerlo la punta de tus dedos toca su antebrazo, una descarga, una pequeña señal de que te gusta.
Te sorprendes hablando de cosas, de cosas que no compartes mucho, que te escucha, y él se anima a contar pequeños detalles, te das cuenta que no ha sido tan mala idea conocerle.
Tienes algo con que comparar el pasado, pero lo que no comprendes es que comienzas a vivir, que ese desconocido te está ofreciendo un momento, tu lo vives, que tu mente no corre hacia los recuerdos y sonríes de verdad, que te estás dejando llevar y te gusta.
 Que de repente en un cruce su mano, se engancha a la tuya, espera ver tu reacción, tu ni te apartas, ni haces que vea que te importa, porque a el también le gusta, su mano es caliente, segura, lo que tú no ves es que el te mira de reojo y te sonríe tiernamente.
Tú no quieres ver la luz que irradia al verte, que de verdad ve tu belleza.
Estas tan perdida en si haces lo correcto que no percibes que la vida te esta recompensando, tu corazón no se da un respiro, no se permite ver con los ojos, te has atrofiado en el pasado, ahora hay alguien que te va a querer despertar.
Estas empeñada en el pasado que no dejas paso al futuro, pero una pequeña brecha se ha abierto, el está empeñado en traspasarla , y lo hace.
 Sientes un tirón, te coloca de frente, te mira, primero le miras y esquivas sus ojos, pero los sigue y se coloca allí donde lo ves, es raro no te exige que lo mires, ni agarra tu mentón, simplemente es otra táctica que funciona, le sonríes, aplaude, preguntas la razón, su contestación es por esa maravillosa sonrisa que el mundo no debería perderse.
Hay momentos que las palabras de ese desconocido rompe tu coraza, atraviesan tus muros y las barreras que pasas, que llegan hasta el fondo de tu conciencia,que temes, temes porque son tan verdaderas y sinceras, te impresionan, te paralizan y el efecto que causan, te hacen sentirte indefensa.
Paras en seco, no sabes que ha pasado, o que te pasa, no es lo que buscas quieres que vuelva tu pasado, porque estas acostumbrada, te despides, huyes, temes, es el mismo miedo que sentiste con él, pero te vas porque no estás segura.
Te niegas el presente, te consuelas en el pasado, te torturas, no contestas ni a los mensajes, ni a las llamadas, no quieres que te agobien, por eso pones en marcha un plan de agotamiento tanto mentalmente, como físico, llevas las dos cosas al límite, si antes te destruías ahora quieres acabar contigo, nada es correcto, caes en el olvido, en olvidarte de ti, no tienes punto intermedio, eres una chica de extremos, siempre lo has sabido, o amas demasiado, o odias con fuerza.
A la semana todo tu ser flota, no tienes hambre, ni sueño, ni piensas porque ya no tienes fuerza para hacerlo, el corazón te late tan deprisa que no sabes que los sentimientos por esos dos se han emborronado, así que estas anulando la vida, estas ganando y eso te hace tener el control.
Y un día, en el que no tienes ya ni fuerza para controlar la desesperación, caes, caes en lo que más odias, en la debilidad, bebes, tomas esas pastillas, que no sirven de nada, pero que crean una cortina de humo hacia tus sentimientos, así no los alcanzas, has bebido para que te hagan más efecto, lo hacen, pero no el que tu deseas, creas tu cortina de humo, ocultas tu número, marcas el suyo, te lo sabes de memoria, primero no sabes si has marcado bien, los números tiemblan en tu pantalla, saltan, borras, seis veces, llamas, nada, no te rindes, lo necesitas, es tu lugar, allí quieres estar, tu divinidad, sabes que él te tranquilizara, lo sabes, lo tienes claro, suena, primero dudas, te pareció que te contesto, miras, y efectivamente, está al otro lado, seguro que escucha tu corazón, parece que están amartillando tu pecho desde el interior, hasta tus costillas suenan huecas, unas lagrimas, demasiado pesadas para aguardarlas en los globos oculares, se vierten, tu mentón tiembla frenéticamente, tu mano casi no puede sostener el teléfono, por un momento crees que le llega todas esas emociones, que entiende que le echas de menos, más de lo que pensabas, que las noches son tan oscuras y los días demasiado soleados, demasiado felices en comparación con tu dolor.
Pero no es así, no le llegan, te dice, como si te reconociera en ese silencio,  como si se deshiciera de algo que le importa bien poco para conservar, que son las dos, que no quiere volver a hablarte nunca más, que hagas el favor de no molestarle.
La sangre se te hiela, molestas, molestas, la palabra se te repite, la escuchas en tu interior, en tus oídos, en el aire, te pierdes en su sinceridad, por un momento, no te crees, que haya contestado, hasta que se atreve a nombrarte, estás segura de que te reconoció, no sabes en qué, pero lo ha hecho, tu momento, cae al suelo, la noche se alarga, se escurece, las paredes tiemblan, pero en realidad eres tú, la fuerza que tenias se esfuma.
No te queda nada, lloras, en apariencia todo está perdido, pero tienes un único plan, una ducha, un cambio de imagen, y una llamada, con el numero al descubierto, primero una voz grave, un ¿te he despertado?, tengo ganas de verte, un silencio, un bueno “veo que no quieres tenerme”, como si percibiera que algo no va bien, decide verte, te pide unos minutos, media hora, bajas antes, el aire, necesitas aire, respiras, y sientes que tus pulmones aun funcionan.
El no está para traumas, pero sabe que tu coraza se ha roto, que tus murallas han caído, que las barreras están bajadas, quieres salvarte, el quiere arriesgarse, y ganara.
 Divisas un coche, para, le mira atreves del cristal, una sonrisa distante, decepción escrita pero te importara poco, un gesto para que te subas, bien, eso querías, te dice que donde quiere que te lleve, tocas su mano, llevas tu mano a su cara, lo miras y le dices que su casa es tu camino. Aparca, bajas, caminas hacia su portal, tropiezas, ríes nerviosamente, ese sonido hasta a ti te parecerá falso, le dirás que te pone nerviosa, porque deseabas verle, te aferras a su brazo, subirás en el ascensor, ni te mira, juega con las llaves, pensaras que el también te tendrá es lo que desean, todos.
Entras en su casa, la luz del pasillo te deslumbra, cierra la puerta y se apoya contra ella, notaras cierta tristeza, no te preocupara, te pesara más la tuya.
Te lanzaras en picado, colocaras los brazos rodeando su cuello,  le besas, con prisas y desesperación, no se inmuta, besaras su rostro, quieres pillar sus puntos ciegos, tampoco hace caso, cogerá tus manos con suavidad, las desenrosca bajara desde tu antebrazo hasta tenerlas entre los suyas, verá en tus ojos lo que le ocultas; yo veo en los suyos, un destello de compasión, te dice “así no, así no, yo no quiero eso”.
Te pilla por sorpresa, tus ojos vuelven a verterse, sentirás vergüenza por ti misma, doble vergüenza, ahora sí que quieres correr, quieres perderte, pero te perderás entre sus brazos, porque te tiene agarrada contra su pecho, fuerte, te susurrara palabras tranquilizadoras.
Le pedirás que te lleve, y te pedirá que te quedes, te enseñara una habitación de invitados, la aceptaras, porque a esas alturas te dará igual donde desaparecer, te quitas el abrigo, los zapatos, esperara hasta que entres en la cama, apagara la luz, se despide como si fueras una niña pequeña, no cierra la puerta, escuchas que entrar en su habitación, un soplido, y serás consciente de que lo has herido, deja su reloj sobre una mesilla, y un click, el de la lámpara,  todo queda a oscuras, apartas la sabana, bajas de la cama, te guías por un mapa mental que as adquirido entre las sombras de tus ojos, llegas a su habitación, sabes que te ha percibido, pero no te rechazara, porque en el fondo desea tenerte cerca para asegurarse de que estas bien, das un paso, esperaras, otro, esperas, hasta llegar a su cama, encuentras el hueco, que necesitabas, tocas su cuerpo, y antes de hacerlo sientes su calor, el calor que sale de su piel, no te rechaza y te acercaras mas, procuraras no hablarle muy cerca, sientes que contaminas con tu aliento que huele a alcohol aquel sitio,  le pides perdón por querer usarlo, tu voz es trémulas, te escondes, necesitas que la noche camufle un poco, dejaras que esas palabras se pierdan, que le den de lleno, pero su reacción te sorprenderá, él te estrecha mas contra su cuerpo, al percibir tanta ternura que no mereces, eso crees tú, lloraras, le contaras todo,  no podrías estropearlo más,  necesitas salir por esa brecha y confesar todos tus porqués,  cosas incoherentes, historias, disculpas, entre el presente y el pasado, no te entenderás, y sentirás  vergüenza de lo que has dicho y admitido.
 Pero lo que tú no sabes, es que, la primera vez que el te vio, percibió tu enorme dolor, diviso en algún lugar de tus ojos, entre el blanco y el iris, que algo en ti se rompió, dejo que tú te destrozaras, que te rompieras en mil pedazos, porque así era la única manera que él podría, reconstruirte, tenía la certeza antes de que tu lo supieras, sabía que el último lugar que escogerías seria estar a su lado, nunca pensaste en él como algo verdadero, sabía que lo usarías, te ha leído, te ha descifrado, te ha visto tal y como eres, con tu maleta, antes de ver tus lagrimas las presentía, no quiso cambiar lo inevitable, solo retomar el remo de tus ilusiones, esperar en un lugar aislado de tu presencia, en la quietud de tu alma, para encontrar su turno y guiarte, desde alguna forma, no sabía cómo hacerlo, pero sabía desde el momento que te vio que lo intentaría, lo supo, cuando diviso aquella brecha que se abría, esperaría y esperaría.
No sabía  lo  que hacía, a él también le temblaba el alma, le dolía, pero no podría decirte que te cuidaba con sus deseos, que pedía a la vida un nuevo reencuentro, que si le concedía ese deseo, se pasaría la vida pidiendo deseos a tus pestañas.
No te dijo que para el también habían muerto sus ilusiones, que han caído al pozo de la melancolía, el cómo tu, también llevaba una maleta pesada, pero al verte, advirtió un momento de espereza, y que se había quedo prendado de esa naturalidad que te empeñabas en esconder.
A la mañana siguiente sientes la ligereza, la vergüenza y un deseo nuevo que ha renacido, tu oreja en su pecho, tu pelo acaricia, no levantas la vista, como si te leyera el pensamiento, te dice que no pasa nada, que no te preocupes, allí comienzas a vivir con tus errores, a hacerles frente, y le miras, miras su rostro sereno, te sonríe, pero realmente te sonríe con el alma, mientras pasa su dedo índice por tu entrecejo, te disculpas, te levantas para huir, te retiene, tira de ti, te besa, tu cabeza ya no está entre las nubes, porque a él ya no le importa y porque sabe que está pasando atreves de la brecha de tu muro.
Siente que tu pasado, se ha roto, que ahora si es pasado, las cadenas que te han atado se han destruido, eres libre y te ve volar. Camina despacio a tu lado, a tu ritmo, no fuerza, y te olvidas de tu pasado sin darte cuenta, lo dejas atrás, lo dejas marchar, entonces te propones ser feliz, con lo que tienes, la vida te recompensa con mas, reacciona a tus deseos, temes, pero te consuelas con los hechos, con las muestras, los sentimientos que fluyen libremente por tu corazón, tu instinto, tu intuición no sobresaltan al más mínimo movimiento, están despiertos, pero tranquilos, como un caballo doblegado.
 Las pequeñas cosas se hacen grandes, sin presión, el tiempo transcurre, ya no está parado, transcurre como tiene que transcurrir, sin pausas, sin esos agujeros negros que te engullen, sin cámaras lentas, sin que tire de ti, sin retenerte.
Y un día cualquiera, de un mes sin importancia, de una hora que no te acuerdas, el teléfono parpadea, primero piensas en el desconocido, que ahora tiene nombre, un lugar, y un sitio, sobre tu estantería, pero ese número, hace mucho que lo has olvidado, ese nombre ya no te ha vuelto a venir a la memoria, es algo, de tu pasado, pero un sentimiento te recorre, primero temes, pero al momento tu consciencia reacciona, recoloca las cosas, lo tienes claro, no es temor, simplemente, es indiferencia, te atreves a leerlo, un hola cuanto tiempo, piensas, en el tiempo que habrá pasado, comprendes que no lo recuerdas, sonríes porque en su momento significo tanto y ahora no es nada, no te preocupa, cómo y cuando se marcho, ni que haya vuelto, no te incomoda ni su foto, ni te interesa su historia, pero eres educada, sincera, le dices que estas muy bien sintiéndolo de verdad, te emocionas, al admitir que brillas nuevamente.
Sigue conversándote, como si no ha pasado nada, como si para él , el tiempo seguirá en el ayer, te cuenta que el no está muy bien, que fue injusto, escudriña una disculpa, que no te crees del todo, no le sigues el juego, comprende que va mal, entonces intenta otra alternativa, te echo de menos, cuando me llamaste pensaba en ti, pero estaba con ella, pero ahora no lo está, te das cuenta, y que quizás, solo quizás te apetecía quedar con él, por recordar, viejos tiempos.
 Lo que no comprenderá es que no hay tiempo que recordar, que te da igual, como, cuando y porque se fue, que los motivos que le hayan hecho volver no son tu problema, que no tienes la llave de su felicidad, y que si una vez, el ha tenido ahora es de otro propietario, pero, hace cinco mensajes que has dejado de leerle, porque sientes que es una pérdida de tiempo atarse al pasado, pudiendo estar en el presente.
Lo hablas con tu desconocido, veras en sus ojos quizás inquietud, tanto el cómo tu, tenéis un miedo consciente a perderos, te pregunta entre dudas que decisión tomaras, con una sonrisa brillante y luminosa, le contestaras, que has elegido, que iras asta al final, con tu decisión, sus ojos se serenan y su cuerpo disminuirá esa tensión.
En su interior te lo agradecerá.
Volverás a hablar con él, para rechazarle, desde la amabilidad, comprenderás que no fue para tanto, que cuando crees que tu mundo acaba es porque realmente está comenzando, que habrán cosas que hay que romperse para volverlas a construir y que hay cosas que se deben de destruirse, para poder seguir libremente.
Tú has incinerado tu pasado.
Un día aparentemente normal, quedas, y frente a tu portal habrán dos coches, dos oportunidades, dos elecciones, dos caminos, dos sensaciones, dos alternativas, dos personas que no se conocen, pero que comparten algo, Tu, sin saberlo, esperaran a la misma persona, uno con mucha ilusión, con mucho deseos de continuar, el otro con remordimientos y con esperanza,  tu sin elegirlo, deberás de enfrentarte a dos épocas, pasado y presente, uno te sonreirá con el corazón, el otro con toda la vergüenza que puede recoger, y cuando salgas por esa puerta, los dos saldrán por la suya, uno con cita previa, el otro con las ansias de confirmar tu perdida.
En el momento que salgas y tus ojos reconozcan los suyos, sabrán que comparten, uno tendrá miedo, el otro suspirara,  tu corazón sobresaltara con uno, tus pies te conducirán, uno fingirá una simpatía y usara el mote cariñoso que te otorgo en otros tiempos, seguro de que le escogerás, el otro esperara, como siempre, ese espectador silencioso, ese cazador, uno ira hacia ti y el otro se apoyara contra el coche, tu retrocederás, y señalaras al que está apoyado contra el coche, le dirás que vas con él.
 El que está apoyado saludara, te mirara, tendrá la certeza de que sois uno para el otro. El, que no conoce al desconocido, lo mirara con desprecio, te mirara, pero sabe que no se rinde, aun, intentara persuadirte. Vivirás el presente, pero con el pasado pisándote los talones, como si quisiera atrapar algo que no queda, reconquistar algo que ha perdido, no es consciente de que no hay sitio para él, porque te hizo daño no queras herirlo.
No quieres ser como él, ni que sienta esa desesperación, le haces el favor de ahorrarle, las lagrimas, le ahorras las noches largas, los días eternos, la vida llevada al extremo,  sabes que tienes esa opción, doble filo, romperle para que alguien lo construya de nuevo, pero no lo harás, porque no puedes vivir con las consecuencias, entonces, dejas que el tiempo pase, le vuelves a decir, que no hay espacio, aunque lo lamentes mucho, las cosas han pasado justo como debían pasar, como tú, el ha tenido dos opciones, tú has elegido, por suerte, o desgracia el también, que el pasado, es solo pasado, que tu miras hacia el presente.
 Y solo por un tiempo intentara volver a reconquistarte, se presentara sin previo aviso, sin mirar la hora te llamara, te mandara mensajes, te bombeara por los cinco costados, para que caigas, ver tu punto débil, recordara algo, lo usara, se presentara con un ramo de flores, quizás , con unas disculpas, puede, unas alabanzas a tu belleza, que llegan demasiado tarde con cierto retraso en el tiempo, pero no importa, estarás entre la espada y la pared, es lo que hace, no darte margen de movimiento, ponerte en aprieto, ahogar los momentos, los deshace y los crea a su merced, sin importarle la parte contraria, no ve que por detrás está tu desconocido, esperando, y cree que esa sonrisa es para él, se creerá que te ha reconquistado, ha calculado bien al fin te conoce y sabe como reaccionarias,  tan galante, tan seguro, esos pasos, esa pose, se acerca como un felino, te quiere besar, tu sin verle, como si fuera una sombra del pasado, te apartaras, lo esquivas en el momento exacto que tu desconocido cambia de postura, vuelve a querer atrapar tus labios, arrancaras las flores de su mano, si las hay , usara todas sus cartas, todo su cortejo, y  si hay flores, las rompes contra lo primero que ves, no sabes si le habrás dado, pero le gritas, dejas que esa furia salga, le pides que por favor acabe esto, que no tiene a quien  impresionar,  nada le espera ya aquí, tu desconocido tiene un ataque de risa, cuando vera que estas furiosa y vas en serio, que le pides al otro que se vaya que no quieres causarle el mismo daño que él te causo y que por una vez te respete, veras a tu conocido frente a ti, mirándote, pidiéndote que te tranquilices, te atrapa entre sus brazos y solo entonces constaras que hay mucha gente mirándote, que comentan, que hablan, ves la renuncia en los ojos de él, ves que se aleja, y sientes paz.
No eres consciente, de que pasa hasta que no lo vives, pasar por el transito del dolor para llegar al perdón, para poder volar muy alto hay que romper todas las ataduras, que no haya más que espacio vacío entre dos personas, aprender, que sobre los cimientos del pasado no se puede construir nada solido, se necesita tierra firme, y para que eso pase te deben derivar, todos los muros, las barreras, las mascaras, las corazas, las cadenas; que los errores, simplemente complementan las historias, que te llevan a caminos que hasta ahora solo habías evitado, la desesperación es un contraste de la realidad, las lagrimas un alivio, la tortura es opcional, y el tiempo una verdad.
 La vida es un puzzle, que por mucho que nos empeñemos en encajar piezas que no encajan en el sitio inadecuado acaban por no encajar, el destino te colocara,  y sabrás que eres la pieza ultima de un momento, que es solamente tuyo, que lo que tienes te pertenece, ni más ni menos.
 En ese momento, tu mirada, va a vislumbras una chica, de mirada perdida, leerás en su mirada la tristeza, veras en su rostro la desesperación, caminara desorientada llevara una maleta grande por la cual se asoma un dolor, lo arrastra, pero llegara donde debe de llegar, y alguien la remarcara, como tu tanto deseabas, que alguien ajeno a tu dolor te comprenda, que remarque algo distinto en ti y se fije desde la sinceridad de su corazón, comprendiera las cosas desde dentro hacia fuera, que encaje las piezas que has perdido, y recomponga el puzzle de tu vida.
Pues tu eres la pieza de alguien en su puzzle y el es la tuya.
Te acercarías y le dirías que todo saldrá bien, pero como ella,  tú sabes que aquellas palabras no le llegaran, pues bajo el embrujo del desamor esta, sabes bien que solo el tiempo, cura y conduce.
 Te giras y miras a tu izquierda, te alegras,  de que un desconocido, que aparentemente quería aprovecharse de tu situación, que en un momento de negrura vislumbro una luz y la siguió, porque no habría persona que completará mejor tus carencias, puede que no sea perfecto, ni tu lo eres, pero él sabe que no lo es y no levanta una cortina de humo creando una falsa seguridad, vive con él, aceptándose y acepta lo que eres. Puede que no entendemos los porqués, ni tengamos respuestas para ciertas situaciones, pero un día, se olvidan o se revelan, y todas las preguntas quedan contestadas.
Date prisa en despertar, pues el tiempo corre de tu cuenta, no te cierres, y vive porque viviendo se te recompensara, el miedo es solo una cortina de humo, que si soplas con la fuerza adecuada desaparecerá.